Javier Navarro Moragas
Toda experiencia comunicativa comporta un contenido literal, deliberado, y un incremento comunicacional, instintivo. El primero se elabora desde la plena consciencia mientras que el segundo fluye como emanación involuntaria. Más allá de lo denotativo y lo connotativo en la obra de arte, esta rezuma un discurso simultáneo, el discurso del gesto, que exhibe con honestidad las pulsiones idiosincrásicas del artista ejecutor. De este modo, la danza de complementariedad de contrarios de la razón y la pulsión, la prosa y la poesía, el ethos y el pathos se entrelazan en los lienzos de Velázquez engendrando en feliz sinergia la obra misma de arte, cuya plasticidad gestual se alimenta del pálpito que nutriría luego algunas de las manifestaciones artísticas más relevantes del siglo XX.